martes, 13 de marzo de 2007

La infelicidad de la felicidad


Como suele ocurrir en algunas ocasiones, una frase o una palabra, quizás una imagen o una canción, chasquea en tu mente y te hace despertar esa idea, esa emoción o esa sensación que necesitas exteriorizarla. Así me encuentro hoy; todo nace con un correo que recibo y en el que una persona me comenta que se encuentra feliz, a pesar de las circunstancias que le rodean. Yo también quiero decir que me encuentro bien, a pesar de las circunstancias que me rodean.

No voy a entrar a relacionar las cosas que le hacen a uno feliz, a pesar de las circunstancias que le rodean (es la tercera vez que digo o escribo esta expresión, conscientemente) y sin embargo, sí voy a pensar en lo que provoca oír que alguien es feliz. Bueno, no os equivoquéis; cuando me refiero a alguien que es feliz no estoy hablando de alguien desconocido o en alguien que no representa nada para mí, estoy pensando en esas personas cercanas o que tienen cierta importancia en mi vida.

Eres feliz, es feliz, sois felices, ¡qué bien!; ¿seguro? ¡no!, soy un poco hipócrita (me voy a tratar con cariño). En el fondo, en el fondo... sí, me alegro de la felicidad de la otra persona, pero en la superficie no. Perdón, voy a dar un vuelco a la dirección de esta reflexión. En la superficie, en la superficie... sí, me alegro de la felicidad de la otra persona, pero en el fondo no. ¡Eh! tranquilos, no soy tan perverso.

Cuando una persona querida o estimada (por eso de diferenciar sentimientos) se encuentra mal, infeliz, tú estás cerca; cuando una persona está desanimada o se siente sola, tú puedes estar a su lado. Qué dulce sensación de solidaridad, de sentirte útil y necesario, de sentirte compañero, amigo o amante. Cuanto más cercana es esa persona y más grande su sensación de tristeza, soledad, melancolía..., más grande es tu autosatisfacción por estar a su lado, responder a esa persona e incluso, conseguir que te aprecie, quiera o desee más. Pero... ¡ay! si se encuentra bien; ¿para qué te necesita esa persona si ya es feliz y no tiene ningún tipo de carencia?

Aparecen los miedos, el no ser útil para esa persona, el temor se expande por todo tu cuerpo y llegas a sentirlo con todos los que te rodean; es un egoismo irracional, un egoísmo basado en el miedo a la soledad, a que se rompan los vínculos que te unen a la persona que aprecias, deseas, quieres o amas. Esta dependencia emotiva es gratificante, pero también adiccionante. No nos gusta estar solos y cuando digo solos, no me refiero a ese rato de soledad en tu rincón preferido; me refiero a la soledad emotiva, a la soledad del sentimiento, a no recibir agradecimientos, a que no cuenten contigo, a no poder decir qué estupendo soy.

Bueno, hasta aquí la parte egoista, la parte necesitada, la parte que demanda; a partir de aquí, la verdad aunque duela. Sí, soy infeliz porque eres feliz; sí, soy infeliz porque ya no me necesitas; sí, soy infeliz porque ya no podré sentirme solidario, acompañante, edulcorante. Ahora bien, te lo digo de muy dentro; tu felicidad me asusta, tu felicidad me hace reconocerme egoista, pero de verdad..., tu felicidad me hace vivir.

Quiero terminar diciendo que, sinceramente, esto no me pasa, te pasa o nos pasa, con una persona en concreto; esto nos pasa o nos puede pasar, con varias personas, en varios lugares, con diferentes intensidades. Pero lo único seguro es que, alguna vez, nos pasa.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

...Felicidad q me hace vivir...
por lo tanto infeliz no eres.

¿crees q solo te ama , te aprecia, cuenta contigo ... quién te necesita imperativamente?

No.

Y tú seguro q tampoco re relacionas así.

Quiero q seas "Un lio feliz"

Anónimo dijo...

Pues sí que tienes razón, y mira que me alegro de tu post. Me alegra leer algo así. Me alegra la sinceridad (para variar de la rutina). Lo que ciertamente me sorprende es que algo así venga de... un político. Esto me alegra mucho más. ¡Gracias!

Anónimo dijo...

A ver, que esto de comentar los blogs se me da bastante, o muy muchísimo, mal. Escribía que me alegra leer este blog: que realmente, me emociona. Que conecta. Que todos somos humanos. Pero que me sorprende que este artículo tan bonito provenga de un ... político. Bueno, que esto último es lo que más me alegra y me emociona. ¡Gracias!... A ver si se añade, que ya vale, eh... (torpe ya sé que soy, pero tantooo)

AGE dijo...

Gracias a todas y a todos los que comentáis mis entradas; muchas gracias, sobre todo, a las personas que les cuesta escribir, les cuesta conseguir incluir su comentario, a todas las personas.

Anónimo dijo...

Veo que tu blog sigue creciendo, al igual que tu creatividad y sinceridad emocional. Además me sorprende que te tachen de político, vas a acabar cambiando la imagen de esta clase de personas eternamente crispadas y egolatras.
Animo chaval

Olobo Krunha dijo...

Estoy de acuerdo en buena medida de lo presentado, y como no tengo otras palabras para dedicarte "amigo político" te transcribo unas frases de Séneca.
"“El sumo bien es un alma que desprecia las cosas azarosas y se complace en la virtud”, o bien “una fuerza de ánimo invencible, con experiencia de las cosas serena en la acción, llena de humanidad y de solicitud por los que nos rodean”. Se puede también definir diciendo que el hombre feliz es aquel para quien nada es bueno ni malo, sino un alma buena o mala, que practica el bien, que se contenta con la virtud, que no se deja ni elevar ni abatir por la fortuna, que no conoce bien mayor que el que puede darse a sí mismo, para quien el verdadero placer será el desprecio de los placeres."
Con lo que quiero decirte que eres un "alma que desprecia las cosas azarosas y te complaces en la virtud". Estos son malos tiempos para "la lírica", así que solo puedo decirte.
Miña man che dou, irman

Anónimo dijo...

Creo en que la felicidad son momentos que acompañan una situación estable, alegre y cotidiana.
Y ahora me agarro a que la infelicidad, y el nudo en el estomago sea un trocito de tiempo en soledad, con un continuo esfuerzo por no anudar mas y que desemboque en una situación neutra que no puedo imaginar. El desamor es un itinerario del que no se conoce ni cuando llegaras ni a donde ni en que estado.
"Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante"