martes, 27 de marzo de 2007

El muro, el laberinto, mi transparencia...


Un muro, cualquier muro y quizás muchos muros, han impedido que durante estos días haya podido hablar de mi laberinto de emociones, sentimientos e ideas. Nada grave, por otro lado, si consideramos que cada individualidad vive cualquier día grandes cantidades de crisis, minicrisis o policrisis. He de insinuar (que no afirmar) que el silencio, una vez más, ha sido muy relajante; el silencio que en otros momentos me daba pavor, hoy me da tranquilidad. Permitidme un guiño de complicidad porque sé que añoráis mis palabras o más bien, añoráis mis añoranzas; yo añoro el poder comunicar, añoro el poder sentir, añoro el poder estar cerca de los que quiero, añoro el poder reír, añoro..., ¡vaya! añoro el poder.

Puedo perderme en un laberinto de sentimientos, emociones, deseos y pasiones; puedo perderme en un mar de dudas, en un mar de indecisiones, en un mar de ilusiones; puedo perderme en mí mismo, puedo perderme contigo, con vosotros o con ellos, pero no puedo perderme de mi realidad. La realidad te envuelve, la realidad es dura e infranqueable como un muro, la realidad es engañosa como un laberinto, la realidad es transparente como la alegría.

A veces la vida es un muro y otras veces, la vida es un laberinto. No sé si prefiero un muro o un laberinto en mi vida; uno es duro y el otro es un lío. Claro que visto desde arriba todo se simplifica.Muchas veces he pensado que ser Dios tiene sus ventajas, siempre estás colocado ahí arriba, observando lo que pasa aquí abajo; no me hace gracia que me observen desde lo alto, creo que puedo dar una imagen bochornosa pegándome cabezazos contra un muro o dando vueltas, totalmente perdido, dentro de un laberinto.

Prefiero la transparencia a la divinidad; una larga época de mi vida intenté ser divino y casi lo consigo, la verdad es que mi humildad me impidió llegar a tal estado. No hablaba en serio; bueno, sí. No he hablado en serio cuando he comentado que mi humildad es la culpable de mi divinidad frustrada; sí he hablado en serio cuando he dicho que intente ser divino... y casi lo consigo, por lo menos eso es lo que yo me creí y algunas personas que me rodeaban me hicieron creer. La cruda realidad que con el tiempo se apareció, como un ser divino, se transfiguró en una película con tintes tragicómicos. Pero no voy a "irme del bolo" (por lo menos, más de lo que habitualmente hago en mis entradas), a lo que iba.

Lo que a mí realmente me gustaría conseguir ahora es la transparencia o quizás, mejor dicho, la inmaterialidad. Vaya palabra, aunque suene a inventada creo que puede definirse como la capacidad de no tener materia; claro, entonces la pregunta que vendría ahora sería... ¿para qué quieres la inmaterialidad?. No, no quiero la inmaterialidad, quiero ser inmaterial y transparente; ¿por qué?, porque me gustaría atravesar muros y laberintos sin darme cabezazos o sin hacerme un lío. También quiero ser transparente para que, aunque me estén mirando desde arriba (o desde donde sea), no me vean cómo me doy cabezazos y cómo me hago un lío.

La verdad, pero de la buena, es que no quiero darme cabezazos y hacerme un lío, y en realidad me importa poco que me vean o no (¡a estas alturas de la vida...!) Me gustaría ser capaz de atravesar los muros diarios y no perderme o hacerme un lío en los laberintos cotidianos; si no tuviera materia pasaría los muros sin hacerme daño o sin que ellos me hicieran daño, saldría de los laberintos en línea recta y ahorraría en tiempo y despejaría mi ansiedad, sería más feliz. Pero la vida se empeña en ponernos muros y nosotros (o por lo menos yo) nos empeñamos en atravesarlos en lugar de rodearlos, la vida se empeña en meternos en laberintos y nosotros (o por lo menos yo) nos empeñamos en salir corriendo sin pensar por dónde deberíamos ir. Como no soy inmaterial, ni transparente, ni tampoco tengo posibilidades de ser divino (por lo menos, por ahora) voy a intentar seguir siendo humano que eso, tampoco es fácil pero me hace feliz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy profundo amigo, he estado revisando tu blog - me habia dejado de leer los ultimos-, y veo que tus nudos, no solo no se estan aflojando, se estan complicando.
Cambia de metodo de deshacerlos, buscar otros nudos mas sencillos y mas comunes entre los mortales, no te va a enseñar a deshacer los tuyos propios.
Vuelvo a decirte que no pierdas la fe en ti mismo. Tu eres lo mejor de tu vida y nadie mejor que tu te conoce. Lo de al rededor y los de al rededor son un impulso para mejorar tu nivel de satisfaccion.
Los muros se pueden trepar y hace muchisimos años hubo un griego -Teseo,creo- , que nos enseño a superar un laberinto. Buscar la inmaterialidad solo te ayuda a que los problemas no te vean, pero tarde o temprano te localizan de otra manera.
Muerde duro amigo , la vida es asi, lamentablemente, solo sobreviven los inteligentes y los fuertes, tu eres de esos privilegiados, mira al frente como siempre, tarde o temprano aquellos que te generan desvelos, te necesitaran y volveras a ser el centro de su existencia, pero de otra manera a la que estabas acostumbrado, solo tendras que descubrirlo.
Perdoname por el rollo, a mi tambien me hace falta de vez en cuando hablar con alguien al que le interesa escucharte ,ayuda mogollon, por lo tanto gracias y a por ellos.

Anónimo dijo...

Una vez leí esta frase "El ausente se marcha cada día", pero incluso para marcharse hay que regresar primero.
Así que vuelve más a menudo,amigo.
Un saludo,

Anónimo dijo...

Unas veces los muros nos los creamos nosotros mismos, pero sencillamente no están. Otras veces los vemos enormes, pero son simples bordillos que saltamos de un brinco. Incluso podemos llegar a pensar que son eternos, cuando nos basta esperar un segundo para ver como se desmoronan.
A lo largo de la historia pocos son los muros que han perdurado.
Aprendamos pues, de la historia, no nos creemos nustros propios muros y sigamos avanzando