jueves, 30 de agosto de 2007

El final del verano...

Me estaba preguntando por esta "depresión" posterior a las vacaciones, que según algunos compañeros aparece por estas fechas cuando, de repente, me han entrado ganas de escribir un poco.

Pero antes, una canción de hace muchos años que cuando éramos adolescentes (que también lo fuimos) la utilizábamos para arrimar cuerpecitos y experimentar sensaciones; como la adolescencia se pasó y como con el tiempo mejoramos, como los vinos, os pongo una versión algo "diferente". Eso sí, os invito a recordar aquellos momentos mágicos de nuevos descubrimientos, de malicia en la inocencia y sobre todo, de sensaciones maravillosas.



¿Os parece patético? A mí, me parece entrañable. Ese ánimo, esa fuerza cantando, ese saber estar del tipo que toca el bajo..., creo que Velázquez no hubiera podido pintar con tanto realismo esa escena (¿no os recuerda al cuadro de las Meninas?).

En fin, el regreso de las vacaciones tampoco es para echar cohetes. Si lees la prensa o escuchas los informativos, seguimos igual que antes del verano o quizás peor. Guerras por aquí, mejor dicho... guerras por allá. Es verdad, ¿no sé por qué las guerras siempre son por allá? El mundo está mal repartido. Otra mujer más, muerta víctima de la violencia doméstica; perdonad, esto sí que no lo aguanto..., asesinada por un mal nacido que no se quitó la vida antes de quitársela a otra persona, y es que las cosas se hacen al revés. Bueno, después de este desahogo... continúo.

Guerras, violencia, estadística de los accidentes de tráfico, atentados, etc., más de lo mismo y con muy pocas posibilidades de ver algún atisbo de esperanza. Vayamos a lo práctico, a lo positivo, a la alegría ( sí, que también existe a pesar de que se nos hayan acabado las vacaciones). Comienza el colegio, nos invaden con ofertas de coleccionables a 2,99 euros; claro, es una cuestión psicológica, no es lo mismo decir 2,99 que 3. Qué ignorantes somos o creen que somos. No es lo mismo decir 99 muertas a manos de sus parejas sentimentales (que por cierto, no sé porqué ha de suponerse que son sentimentales cuando actúan como actúan), a lo que vamos, que 100 asesinadas por la poca eficacia de la justicia y del sistema.

También hay otros aspectos positivos, volvemos de las vacaciones y nos encontramos con dos "Días internacionales" de aupa; el día 30 de agosto, es el "Día Internacional de solidaridad con el detenido y desaparecido", aunque en otros lados se dice el "Día Internacional de los desaparecidos", y el día 31 de agosto es el "Día Internacional de la Solidaridad".

No voy a decir nada sobre lo que pienso cuando soy consciente de estos "días internacionales", ... no, no lo voy a decir. Os recuerdo que el 9 de agosto fue el "Día Internacional de los Pueblos indígenas", que el 10 de diciembre será el "Día Internacional de los Derechos Humanos" y el 12 de ese mismo mes, el "Día Internacional para la Tolerancia". Bueno, sólo que lo penséis, porque en un día no da tiempo de mucho más.

Vais a perdonarme porque voy a ir a algo mucho más cercano, más mundano (según se mire) y más relativo (según se quiera vivir). Hace muy poco han fallecido dos personas conocidas, cada uno de una actividad diferente (una, intelectual y la otra, deportiva). Una de las personas de edad avanzada (si es políticamente correcto decir esto) y otra, joven. La primera con toda una vida de "partos literarios", la segunda con todo un futuro por hacer. A estas alturas supongo que ya sabéis que me refiero a
Paco Umbral, escritor, y a Antonio Puerta, jugador del Sevilla. No voy a caer en el comentario demagógico, pero real, de que todos los días mueren millones de personas desconocidas, menores, mayores...; no voy a caer en la descalificación fácil de que uno era un impresentable, para muy pocos, y el otro... un jugador de fútbol que vivía de dar patadas a un balón. Voy a entrar solamente en lo que en mí han "despertado" estas muertes. La muerte de Umbral me ha dejado triste porque ha muerto un hombre que me había entretenido muchas veces, con sus escritos, sus comentarios, sus "tonterías", sus "verdades"... La muerte de Puerta me ha hundido en la desesperanza y me ha levantado la pasión; desesperanza porque a veces ocurren cosas que no eres capaz de predecir, de imaginar, de combatir; pasión porque me ha vuelto a redescubrir que las personas sentimos, nos emocionamos, nos unimos en un punto a pesar de diferencias, nos movilizamos y sobre todo, nos enfervorizamos por aquello en lo que creemos.

No voy a ocultar que la ciudad de Sevilla es una de mis pasiones (después de Donosti-San Sebastián), que Andalucía es una de mis admiraciones y que el fútbol, es una de las razones por las que sufro (siento, humildemente, romper mitos sobre mí); no voy a ocultar que estos días he llorado con lo que ha pasado, con lo que he visto y con el final del verano.

Umbral y Puerta, Puerta y Umbral, dos palabras con significados muy cercanos; que la paz y la felicidad os tenga a su lado. En recuerdo de muchos sentimientos encontrados.

jueves, 16 de agosto de 2007

De la admiración a la tristeza

El 22 de julio de 2007, hace ya casi un mes, falleció Ulrich Mühe, un gran actor y un gran hombre. Poco antes de su fallecimiento, estuve viendo la película "La vida de los otros" en la que este gran hombre-actor interpretaba uno de sus más estelares papeles.

Hace casi un mes de esto y también hace casi un mes que no escribo nada en el blog. No voy a poner escusas, estoy de vacaciones pero esta no ha sido la razón de mi escasa producción narrativa. Al día siguiente de la muerte de Ulrich Mühe quise ponerme a escribir, pero no fue posible; estaba bloqueado y la razón es que pocos días antes había visto la película que he comentado, al conocer la noticia del fallecimiento del actor tuve un sentimiento muy extraño. He de reconocer que su interpretación me impresionó, y también la película; volví a verla y estuve toda la película, esta segunda vez, mirando de una manera especial el papelón del señor Mühe.



Así que en poco menos de una semana, pasé de la admiración a la tristeza; pasé de admirar a un gran actor, a la tristeza de su muerte. Pero lo que esta película refleja también descubre más pasos de la admiración a la tristeza en diferentes etapas de mi vida. Aquellas en las que después de admirar un sistema político que se "vendía" como una utopía, descubríamos sus grandes agujeros y sus imperdonables fallos y así, caíamos de nuevo en la tristeza de haber vivido la falsedad de un montaje. Pero de eso vivimos en aquellos años, de creer en utopías y descubrir engaños; de creer en la igualdad y en la justicia, y descubrir la desigualdad oficial y la injusticia total; de creer en la libertad, con letras grandes, y descubrir el totalitarismo "democrático"; de creer en la admiración y descubrir la tristeza. Pero a pesar de los varapalos, seguimos todavía creyendo en la ilusión, la utopía, la justicia, la igualdad...,

Casi me resulta curioso que, a pesar de todas las frustraciones ideológicas que hemos padecido mis congéneres y yo, sigamos viviendo y luchando por esas cosas que creemos (no sé si de manera insolente); está claro que aquellas personas que siempre hemos estado comprometidos con causas perdidas (reconociéndolo humildemente), tenemos alguna carencia existencial que nos lleva a seguir siendo "imbécilmente" creyentes. Claro que esto se puede deber a la educación "católica-occidental" que hemos recibido y a la necesidad de ganarnos, o creer que nos ganamos, el perdón (por no sé qué pecado original) y el paraíso eterno.

Bueno, terminaré con un canto a la utopía, a lo posible y sobretodo, a lo colorido. También incluyo al final (como lo hice la otra vez) la letra de la canción, aunque esta vez es la traducción para que todos sepamos lo que queremos o quiero decir. Besos y abrazos utópicos y esperanzados, para todos y todas.



jueves, 19 de julio de 2007

Catarsis y cita a ciegas

Catarsis:
"Entre los griegos, purificación de las pasiones por la contemplación de las obras de arte, especialmente la tragedia".

"Eliminación de sustancias nocivas para el organismo".

"Eliminación de recuerdos o ideas que perturban el estado psíquico".

Casi nada para una mente en estado letárgico que comienza a despertar, y todo esto según el “Diccionario de uso del Español”, María Moliner.

Como decía en mi escueta entrada de ayer "siete vidas tiene un gato" y la verdad, aunque yo no sea de esa especie felina, creo que me queda todavía alguna vida que vivir; así que, manos a la obra. Ha llegado el momento de despertar para seguir creando y recreando, y como habéis podido leer: "eliminar sustancias nocivas para el organismo, eliminar recuerdos o ideas que perturban mi estado psíquico y sobre todo, purificar las pasiones y entre ellas la más importante, la tragedia".

He estado tres meses sin escribir y después de leer todos y cada uno de mis textos, me daba la impresión de dirigir todas mis reflexiones hacia la preocupación, la desgracia, la desdicha, pero a la vez... intensamente relacionadas con sentimientos de querer a personas, desear situaciones, etc.

Ha llegado el momento de la catarsis, queridos amigos y amigas; ha llegado el momento del vuelco hacia la ilusión y a la esperanza, hay momentos en la vida en los que uno tiene que empezar a ser consciente de todo aquello que ensucia su felicidad y tener los arrestos suficientes para desterrarlos de su vida. Estoy bien, ¿qué pasa? ¿os extraña?; pues ahí está, tengo todos los condimentos para que el guiso de mi vida salga estupendo.

Hoy es 19 de julio; para muchos no significará nada, para mí significa todo un ejemplo de catarsis. Hace 28 años (cómo pasa el tiempo) todo un pueblo hizo realidad una utopía; una lucha y todo el sacrificio de años anteriores, así como la muerte de muchos que creyeron en la utopía, renacieron en la milpa de la libertad. Así que hoy es un buen día para renacer a la sinceridad, a la complicidad y a la comunicación.

Siento defraudar, si es que a alguien le interesa lo que escribo, a aquellos que esperaban que hoy contara cosas más personales, más intensas, etc.; pero no, hoy me toca reconocer la vuelta a la vida normal, a la relatividad, a la relajación, a la... catarsis.

Por darle más sentido al título de esta entrada, he de decir que la vida es una cita a ciegas, en cada momento, con cada persona que te encuentras, con cada situación que se te presenta y yo he decidido, acudir a esa cita a ciegas y aprovecharla. Hoy solo os quería comunicar eso.

Bueno me ha salido un poco larga esta charlita que os he metido para no decir nada o quizás sí. De todas formas, al grano, aprovechemos el momento que no sabemos cuántos nos quedan.


Voy al grano, espero que os haya hecho sonreír la viñeta, y quiero agradecer todo lo que están dándome en la vida algunas personas (no voy a nombrar a todas, no os asustéis). Están los que son mi vida (Ige y Mge), las que permanecen en mi vida (a ellas no las voy a poner, las llevo dentro), las que me están dando parte de su vida, las que han entrado en mi vida y son parte ya de ella (Txus, Yoli, Manuel, Jokin, Edu), las que acaban de llegar pero me dan vida y esperan leer en ella (Susana y Mikel), y todo el resto que pieza a pieza están formando el puzzle de mi vida. En este momento para una de las pocas personas que viven mi complicidad en la vida y que acaba de aparecer como por raro encanto.

Os estaréis preguntando, ¿pero acaba ya el pesado éste?. Pues sí, acabo con una novedad; hasta ahora solo había incluido fotos en el blog, a partir de ahora incluiré alguna canción, vídeo, etc., que me diga algo o mucho. Hoy, uno muy especial, un canto al atrevimiento, al poder ir a la vida a ciegas, a la esperanza. Especialmente dedicada a ti.

Por cierto, como soy un poco hortera y me gustaría vivirla y cantarla contigo, te añado la letra al final para que puedas cantarla, ¡merece la pena! y si encima la bailas, el resultado es estupendo. Ahora, oírla unas cuantas veces y ved el vídeo, también merece la pena.

Un besico y encantado de volver a hablar con vosotros.



miércoles, 18 de julio de 2007

A la espera de no desesperar

Aunque hace casi tres meses que no escribo nada, concretamente tres meses menos un día (!hay que ver cómo pasa el tiempo¡), se va acercando el momento de poner mis neuronas, que tengo más de una, de nuevo en marcha.

Hoy no va a ser ese momento, pero sí adivino que será muy pronto; hasta entonces, os deseo lo mejor.



Este es mi estado actual; pero ya sabéis, siete vidas tiene un gato.

jueves, 19 de abril de 2007

Después de la penitencia..., ser hijos para ser padres

¡Cómo pasan los segundos, los minutos, las horas, los días...! Como dice una gran canción "El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos. el amor no lo refleja como ayer. En cada conversación, cada beso, cada abrazo ..." Tranquilidad, hoy no voy a hablar de la edad, ni del tiempo, ni del amor (¿o quizás sí?, esto último no lo tengo claro). Toda esta retahíla de palabras para decir que, después de una larga penitencia de Semana Santa, vuelvo a aparecer por este espacio que me hace vuestro cómplice.

Aquí sigo, con mis idas y venidas de cabeza, de corazón, de manos y de pies, de riqueza y pobreza, de salud y de enfermedad, de bondad y de maldad...; voy a echar el freno, no estoy tampoco hablando de anatomía ni de matrimonio. Entonces ¡qué!, ¿me decido o no me decido a escribir sobre lo que quiero hablar? (hablar para escribir y escribir para hablar; en fin, para transmitir).

Un día descubrí este cuadro pintado por Fernando Botero; representa una familia a la que yo admiro, además de mirar, con cierta curiosidad. Os invito a recorrer su totalidad y descubrir cada uno de los pequeños detalles que describen con certeza y color a cada miembro de este curioso clan.

Cada familia es diferente, cada persona que la forma también es diferente, pero el rol o papel que tiene que representar cada uno..., eso ya no, eso no es tan diferente. Por si no he sido muy claro, dentro de mi "laberíntica" forma de escribir (palabra que me describe y que acabo de adoptar), he comenzado a hablar de lo que quería hablar y no del cuadro del ingenioso Botero. No me refiero a la forma en que cada uno representa su papel; en el mundo de la farándula, del teatro, etc., hay mil y una maneras de interpretar los papeles, y también en la vida, claro.

Una amiga psicóloga me hablaba el otro día de una imagen que ilustra, por ejemplo, alguno de estos papeles. Hacía una semejanza, desde su punto de vista profesional, de la hembra-madre humana y la hembra-madre cocodrilo (¿o se dice cocodrila?). La hembra-madre cocodrila (a partir de ahora, cocodrila... es más sencillo) transporta y protege a sus crías entre sus mandíbulas, y todos sabemos lo peligroso que esto puede ser. La hembra-madre humana también transporta y sobre todo, protege a sus crías entre sus mandíbulas figuradas o quizás, como ocurre en otras especies, dentro de sí misma (como las canguras; aquí ya he disipado mis dudas de denominación, es más simple).

El papel del hombre-padre humano es hacer de tronco (de ahí la frase, ¿qué pasa tronco?) o de barra entre las mandíbulas de la cocodrila, para evitar de esta manera que en un descuido la madre las cierre y atrape, aplaste o no deje salir a la cría. Algunas veces ocurre que el tronco no está o no ha estado nunca y entonces la cocodrila, que como es lógico también nota el cansancio del esfuerzo por mantener el espacio suficiente para que la cría no sea aplastada pero tampoco huya, cierra demasiado las mandíbulas y sin ser consciente, hiere a la cría o la atrapa obsesivamente. Otras veces, es la propia cocodrila la que destroza la barra que le impide sujetar a la cría y así evitar que se adentre sola en las aguas peligrosas por las que se mueve, sin darse cuenta que los cocodrilos son unos animales casi invencibles y tienen que salir a darse un garbeo para hacerse mayores y saber defenderse.

Hay otro escenario, para la gran obra de la vida familiar, que no tiene que ver con los animales; estoy hablando de las grandes obras de caballeros, donde aparecen los príncipes azules, las princesas de grandes trenzas, etc. En este escenario podemos hablar de los grandes relatos de caballería donde las grandes y bonitas damas son salvadas por sus caballeros. En este caso, el hijo varón puede ser el gran adalid en la defensa de su dama, la madre. No quiere que su madre sea herida en más ocasiones y la defenderá en todos aquellos momentos que la vea amenazada. El peligro para el hijo-caballero, el dragón que le amenaza es que se vea indispensable para que su dama siga siendo protegida, en este caso tendrá grandes miedos e incluso grandes contradicciones a la hora de abandonar a su dama para emprender nuevas aventuras en la vida, quizás en busca de alguna princesa joven y de largas trenzas. En esta leyenda, el hombre-padre abandonó el castillo y a su dama, en largas y difíciles cruzadas, a la vez que su hijo-caballero no tuvo un maestro que le adiestrara en la difícil aventura de la vida.

Comenzaba hoy hablando del paso de los segundos, los minutos, las horas...; también decía que nos vamos poniendo viejos y que no sabía si iba a hablar del amor, ahora sé que sí. Estoy hablando del amor y también va pasando el tiempo, y resulta que soy incapaz de terminar todo lo que estoy contando porque me gustaría decir muchas cosas más y que el relato acabara bien. Esto que estoy contando, en el fondo, no va de cocodrilos o de caballeros y princesas, va de amor; va del amor de los padres y madres por sus hijos e hijas, va de cómo evitar hacer daño cuando hay que romper lazos y cuando hay que romper cordones umbilicales. Los lazos y cordones umbilicales que hay que romper, no son lazos que quiebran lo esencial, el amor paterno-filial, son lazos y cordones umbilicales que se tienen que ir deshaciendo poco a poco y que ayuden a que las crías de las hembras-madres cocodrilas y los príncipes que protegen a sus damas, sean capaces de descubrir la vida, a veces ingrata y dura, la aventura alucinante del día a día y sobretodo, sean capaces de vivir y disfrutar por sí solos todo lo bueno que les espera. En un futuro, esos hijos serán padres y los escenarios, aunque cambien, tendrán actores y actrices similares. Por cierto, los hombres-padres cocodrilo, las hembras-madres cocodrila y las damas que gozan la suerte de tener fieles caballeros, han de recordar que en otros tiempos también fueron hijos.

Os prometo, para otra ocasión, ser más ameno y menos extenso. Besicos y disfrutad.

jueves, 12 de abril de 2007

De Semana Santa y otras penitencias

Han pasado ya algunos días desde que volqué mis últimas "neuras" en esta página. En estos días han pasado muchas cosas y de paso (nunca mejor dicho), pasos con capirotes, tambores y bombos. La Semana Santa vino y se fue, con nubes, agua y muy poco sol; no es un trauma pasar unas vacaciones así, pasadas por agua, ya que tiene ciertas ventajas (para algunos) y muchas desventajas (para la mayoría). Yo me encuentro entre la minoría que disfrutó de las desventajas de una Semana Santa pasada por agua (entonces, ¿pertenezco a la mayoría o a la minoría?); yo no iba a ir a la playa, ni a la montaña, y mi objetivo era pasar unos días tranquilos y conseguir ver el río Ebro desbordándose e inundando todo (huertos, garajes, instalaciones y... la Expo).

Declarando mi mayor respeto por aquellas personas que querían vivir esta Semana en penitencia y devoción (en otros tiempos yo lo hice), alguna de las ventajas que sufrimos los no penitentes fue el no tener que ir esquivando continuamente las largas hileras de capirotes, pasos y "manolas" (la lluvia anuló muchas procesiones), que semejando un laberinto te van cortando el paso, siempre casualmente, de aquellos lugares por los que quieres cruzar. Un fenómeno añadido es el de las multitudes enfervorizadas que, cuales "hooligans" futboleros, se emocionan de tal manera que forman barreras infranqueables acompañando o simplemente observando como pasan sus figuras idolatradas.

Hay dos imágenes de esta Semana Santa que han quedado grabadas en mis retinas (por cierto, ¿se dice mi retina o mis retinas?; quizás, como dice una compañera, igual la frase la acuñó un tuerto). La primera de las imágenes, ese laberinto que comento de las procesiones piadosas; la segunda, un pato flotando en medio de una gran riada.

Voy a revivir la primera imagen. ¿Os acordáis de aquel juego del "comecocos"?, podéis recordarlo con la primera foto que he puesto en esta entrada. Esa era mi impresión el día que salí a pasear por primera vez, después de que parara la lluvia que nos acompañó alternativamente. Yo metido en un juego de "comecocos"; bajaba por una calle y me encontraba una procesión, seguía y giraba por otra... y allí estaban, capirotes y pasos desfilando (con sus hooligans, cada uno de su equipo o en este caso, de su paso). En ese momento me hubiera gustado pasar por ese punto que en el juego, tras huir de los encapuchados que te querían comer, te daba el poder para pasar a ser tú el que te comías a los encapuchados. Así me hubiera abierto paso para continuar mi paseo tranquilo hacia la orilla del río.

La segunda imagen de la que os quiero hablar, refiriéndome a mi vivencia de la Semana Santa, es la del pato flotante o flotando (no el de la foto, mi pato estaba más "apurado"). El Ebro estaba crecido y algunos patos, que habitualmente campan por sus dominios en la ribera del río, nadaban contra corriente o intentaban ponerse a buen recaudo en algunos árboles que sobresalían de las aguas. Pero ahí estaba el pato "patoso", siempre hay alguno, en medio de la corriente, sobre una rama que había sido arrancada, arrastrado por la fuerza del agua. No sé qué pasó con el pato, ni con la rama; me imagino que llegaría a tocar la orilla en algún sitio, aunque no cerca de donde yo estaba (la adecuación de riberas para que estén bonitas no dejan mucho espacio a las orillas y sí a los muros de piedra o cemento)

Estas dos imágenes resumen mi actividad en esta Semana Santa, aunque he de reconocer que he vivido emociones y sentimientos que sin ser muy "piadosos" ni "espirituales", me han hecho vibrar en el mejor de los sentidos y en el peor. Disfrutar de la compañía de las personas que quiero y hacerlo con tranquilidad, ha sido de lo mejor que me ha pasado; sufrir, cabrearme y desmoralizarme como hooligan que yo también puedo ser, ha sido lo peor, incluso más que evitar a los "comecocos".

Pero así son las cosas, la Semana Santa llega y se va, las lluvias llegan y se van, los días llegan y también se van, pero los capirotes volverán, los patos sobrevivirán, las personas que quiero me recordarán y mientras yo aguante, a las penitencias que me toca padecer yo les digo que

martes, 27 de marzo de 2007

El muro, el laberinto, mi transparencia...


Un muro, cualquier muro y quizás muchos muros, han impedido que durante estos días haya podido hablar de mi laberinto de emociones, sentimientos e ideas. Nada grave, por otro lado, si consideramos que cada individualidad vive cualquier día grandes cantidades de crisis, minicrisis o policrisis. He de insinuar (que no afirmar) que el silencio, una vez más, ha sido muy relajante; el silencio que en otros momentos me daba pavor, hoy me da tranquilidad. Permitidme un guiño de complicidad porque sé que añoráis mis palabras o más bien, añoráis mis añoranzas; yo añoro el poder comunicar, añoro el poder sentir, añoro el poder estar cerca de los que quiero, añoro el poder reír, añoro..., ¡vaya! añoro el poder.

Puedo perderme en un laberinto de sentimientos, emociones, deseos y pasiones; puedo perderme en un mar de dudas, en un mar de indecisiones, en un mar de ilusiones; puedo perderme en mí mismo, puedo perderme contigo, con vosotros o con ellos, pero no puedo perderme de mi realidad. La realidad te envuelve, la realidad es dura e infranqueable como un muro, la realidad es engañosa como un laberinto, la realidad es transparente como la alegría.

A veces la vida es un muro y otras veces, la vida es un laberinto. No sé si prefiero un muro o un laberinto en mi vida; uno es duro y el otro es un lío. Claro que visto desde arriba todo se simplifica.Muchas veces he pensado que ser Dios tiene sus ventajas, siempre estás colocado ahí arriba, observando lo que pasa aquí abajo; no me hace gracia que me observen desde lo alto, creo que puedo dar una imagen bochornosa pegándome cabezazos contra un muro o dando vueltas, totalmente perdido, dentro de un laberinto.

Prefiero la transparencia a la divinidad; una larga época de mi vida intenté ser divino y casi lo consigo, la verdad es que mi humildad me impidió llegar a tal estado. No hablaba en serio; bueno, sí. No he hablado en serio cuando he comentado que mi humildad es la culpable de mi divinidad frustrada; sí he hablado en serio cuando he dicho que intente ser divino... y casi lo consigo, por lo menos eso es lo que yo me creí y algunas personas que me rodeaban me hicieron creer. La cruda realidad que con el tiempo se apareció, como un ser divino, se transfiguró en una película con tintes tragicómicos. Pero no voy a "irme del bolo" (por lo menos, más de lo que habitualmente hago en mis entradas), a lo que iba.

Lo que a mí realmente me gustaría conseguir ahora es la transparencia o quizás, mejor dicho, la inmaterialidad. Vaya palabra, aunque suene a inventada creo que puede definirse como la capacidad de no tener materia; claro, entonces la pregunta que vendría ahora sería... ¿para qué quieres la inmaterialidad?. No, no quiero la inmaterialidad, quiero ser inmaterial y transparente; ¿por qué?, porque me gustaría atravesar muros y laberintos sin darme cabezazos o sin hacerme un lío. También quiero ser transparente para que, aunque me estén mirando desde arriba (o desde donde sea), no me vean cómo me doy cabezazos y cómo me hago un lío.

La verdad, pero de la buena, es que no quiero darme cabezazos y hacerme un lío, y en realidad me importa poco que me vean o no (¡a estas alturas de la vida...!) Me gustaría ser capaz de atravesar los muros diarios y no perderme o hacerme un lío en los laberintos cotidianos; si no tuviera materia pasaría los muros sin hacerme daño o sin que ellos me hicieran daño, saldría de los laberintos en línea recta y ahorraría en tiempo y despejaría mi ansiedad, sería más feliz. Pero la vida se empeña en ponernos muros y nosotros (o por lo menos yo) nos empeñamos en atravesarlos en lugar de rodearlos, la vida se empeña en meternos en laberintos y nosotros (o por lo menos yo) nos empeñamos en salir corriendo sin pensar por dónde deberíamos ir. Como no soy inmaterial, ni transparente, ni tampoco tengo posibilidades de ser divino (por lo menos, por ahora) voy a intentar seguir siendo humano que eso, tampoco es fácil pero me hace feliz.

martes, 13 de marzo de 2007

La infelicidad de la felicidad


Como suele ocurrir en algunas ocasiones, una frase o una palabra, quizás una imagen o una canción, chasquea en tu mente y te hace despertar esa idea, esa emoción o esa sensación que necesitas exteriorizarla. Así me encuentro hoy; todo nace con un correo que recibo y en el que una persona me comenta que se encuentra feliz, a pesar de las circunstancias que le rodean. Yo también quiero decir que me encuentro bien, a pesar de las circunstancias que me rodean.

No voy a entrar a relacionar las cosas que le hacen a uno feliz, a pesar de las circunstancias que le rodean (es la tercera vez que digo o escribo esta expresión, conscientemente) y sin embargo, sí voy a pensar en lo que provoca oír que alguien es feliz. Bueno, no os equivoquéis; cuando me refiero a alguien que es feliz no estoy hablando de alguien desconocido o en alguien que no representa nada para mí, estoy pensando en esas personas cercanas o que tienen cierta importancia en mi vida.

Eres feliz, es feliz, sois felices, ¡qué bien!; ¿seguro? ¡no!, soy un poco hipócrita (me voy a tratar con cariño). En el fondo, en el fondo... sí, me alegro de la felicidad de la otra persona, pero en la superficie no. Perdón, voy a dar un vuelco a la dirección de esta reflexión. En la superficie, en la superficie... sí, me alegro de la felicidad de la otra persona, pero en el fondo no. ¡Eh! tranquilos, no soy tan perverso.

Cuando una persona querida o estimada (por eso de diferenciar sentimientos) se encuentra mal, infeliz, tú estás cerca; cuando una persona está desanimada o se siente sola, tú puedes estar a su lado. Qué dulce sensación de solidaridad, de sentirte útil y necesario, de sentirte compañero, amigo o amante. Cuanto más cercana es esa persona y más grande su sensación de tristeza, soledad, melancolía..., más grande es tu autosatisfacción por estar a su lado, responder a esa persona e incluso, conseguir que te aprecie, quiera o desee más. Pero... ¡ay! si se encuentra bien; ¿para qué te necesita esa persona si ya es feliz y no tiene ningún tipo de carencia?

Aparecen los miedos, el no ser útil para esa persona, el temor se expande por todo tu cuerpo y llegas a sentirlo con todos los que te rodean; es un egoismo irracional, un egoísmo basado en el miedo a la soledad, a que se rompan los vínculos que te unen a la persona que aprecias, deseas, quieres o amas. Esta dependencia emotiva es gratificante, pero también adiccionante. No nos gusta estar solos y cuando digo solos, no me refiero a ese rato de soledad en tu rincón preferido; me refiero a la soledad emotiva, a la soledad del sentimiento, a no recibir agradecimientos, a que no cuenten contigo, a no poder decir qué estupendo soy.

Bueno, hasta aquí la parte egoista, la parte necesitada, la parte que demanda; a partir de aquí, la verdad aunque duela. Sí, soy infeliz porque eres feliz; sí, soy infeliz porque ya no me necesitas; sí, soy infeliz porque ya no podré sentirme solidario, acompañante, edulcorante. Ahora bien, te lo digo de muy dentro; tu felicidad me asusta, tu felicidad me hace reconocerme egoista, pero de verdad..., tu felicidad me hace vivir.

Quiero terminar diciendo que, sinceramente, esto no me pasa, te pasa o nos pasa, con una persona en concreto; esto nos pasa o nos puede pasar, con varias personas, en varios lugares, con diferentes intensidades. Pero lo único seguro es que, alguna vez, nos pasa.

martes, 6 de marzo de 2007

De de... y de de...

Cuando alguien inicia una palabra y no le sale lo que quiere decir, decimos que se atasca; al intentar escribir el título de lo que hoy escribo, me atasco. Lo que quiero decir, lo tengo claro; lo que quiero expresar, lo tengo claro; el modo de decirlo y expresarlo, no lo tengo tan claro. Lo más fácil ha sido saber cómo quiero titular mis sensaciones, emociones y deseos de hoy; lo más difícil, escribirlo. Quiero hablar de depresiones y de descansos, quiero hablar de decepciones y de deseos, y... ¿por qué no?, quiero hablar de fracasos y superaciones.

De todo esto es de lo que quiero hablar o escribir; lo fácil, quizás, sería hablar y lo difícil, escribir. En una décima de segundo he cambiado de opinión; creo que me es más fácil escribir que hablar, creo que me va a ser más fácil dejar que mis palabras desciendan de mi cerebro a las yemas de mis dedos que al borde de mis labios. Como una lágrima que desciende suavemente desde el borde del ojo, por la mejilla, hasta la comisura de los labios; como una hoja se desprende, al llegar su momento, de la yema que la sujeta al tronco que la aguanta y cae balanceándose suavemente hasta el suelo; como la mano temblorosa que por primera vez quiere acariciar suavemente la piel de su amada; como todas esas formas, yo quiero vivir mis depresiones y descansos.

¡Vaya!, juraría que esta situación no es nueva y creo que no me equivoco si digo que en alguna otra ocasión ya he manifestado, con alguna reserva, mi tendencia a sacar con cierta facilidad mis emociones cuando éstas se acercan a lo melancólico o depresivo. Siento defraudaros queridos y anónimos lectores (o lectoras), amigos (o amigas) y demás personas incalificables; esta vez, el fin de semana que ha pasado (incluido el lunes que también aquí era fiesta) ha dado para toda suerte de emociones: alegres y positivas el sábado, entrañables, depresivas y negativas el domingo, cabreantes y acogedoras el lunes. O sea, de todo, con todo y para todo; por lo tanto, por esta vez y sin que sirva de precedente, no voy a sacar todo lo que siento y necesito expresar, sólo voy a dejar las tres imágenes de hoy como resumen de todo lo que llevo y he llevado dentro en estos últimos días.

Un rostro tranquilo, que vive y manifiesta su tristeza con una sola lágrima; un hombre que cuando creía alejarse de la depresión se la encuentra de nuevo en el camino, quizás sin sorprenderse, y un cuerpo fotografiado bajo el anonimato, sujetando junto a él y abrazando una flor (¿quizás la del deseo?). Un rostro tranquilo y triste, un hombre que encuentra la depresión en el camino aunque se haya alejado de ella y un cuerpo que abraza, acoge y se vuelve anónimo ante quien puede criticarle o admirarle.
Siento defraudar a esas pocas personas que hoy esperaban encontrar algo bonito, algo sencillo, algo ligero en lo que hoy leen en estas palabras; hoy más que nunca, he dejado recrear mis emociones y recreer en mis sentimientos; hoy más que nunca, he querido que estas palabras fueran mi creación, mi persona. Pido perdón a aquellas personas que muchas veces me dicen que me hago un lío en mí mismo, hoy no me he hecho un lío, soy un lío; eso sí, tranquilo, acogedor, en paz y cálido y suave, como la lágrima, la hoja o la mano que cae suavemente sobre ti.

jueves, 1 de marzo de 2007

De aficiones y pasiones (hoy estoy más ligero)

Estamos en la era de las pasiones, las que despiertan la música, los deportes, los atascos...; las pasiones nos desbordan e incluso, a veces, nos aplastan. Algo así debió de ocurrir ayer en dos acontecimientos, comenzando uno cuando el otro terminaba. Ayer las pasiones se desataron en el fútbol, el Zaragoza caía eliminado ante el Barcelona y cuando finalizaba el partido, se iniciaba la venta de entradas para el concierto de Héroes del Silencio que se celebrará el 12 de octubre. En estos dos acontecimientos los apretujones, los empujones, las lágrimas, los nervios..., todo se repetía como un ritual mágico e histérico (o quizás histórico).

Creo que debería reflexionar cómo una afición como es la música puede convertirse en una pasión, hasta el extremo de hacer fila más de diez horas para conseguir una entrada que cuesta casi sesenta euros, para un concierto que durará algo menos de dos horas y que se celebrará ocho meses después, con un aforo en el que podrán entrar más de treinta mil personas.

Claro que también tendría que reflexionar en cómo una afición como el fútbol también puede convertirse en una pasión que en este caso, arrastra a más de treinta mil personas, algunas recorriendo cientos de kilómetros, pagando una entrada que en ocasiones cuesta sesenta euros, para ver un partido que dura algo menos de dos horas y que conlleva el haber vivido las mismas sensaciones en partidos anteriores, en un aforo completo con más de treinta mil personas.

Qué cosas curiosas pasan en la vida; dos momentos, uno a continuación del otro, que son totalmente diferentes y tienen las mismas variables. Los dos parten de una afición que arrastra a miles y miles de personas, que han esperado mucho tiempo hasta que ha llegado el momento, han tenido que pagar una cantidad parecida y significativa para poder alcanzar su sueño, duran alrededor de dos horas y les han hecho vivir las mismas sensaciones en otras situaciones similares.

Ya sólo nos queda observar en que terminan estas pasiones que han nacido de aficiones. Como en todo, sólo en algunas ocasiones el deseo esperado es el que se cumple; ayer..., ¿qué pasó con las ilusiones?, ¿qué paso con las emociones?, ¿qué pasó con los deseos? Pues como casi siempre, unos acabaron contentos, eufóricos, aquellos que consiguieron su entrada para el concierto o aquellos que, en el otro evento, salieron ganadores de la eliminatoria. En ambos lugares, los triunfadores seguirán soñando con ese doce de octubre en el que se celebrará el macro-concierto o con el próximo partido de clasificación para esa final que todavía se hará de rogar. Los perdedores, en ambos lugares también, habrán tenido y tendrán unas horas de frustración pero pronto, como en todas las ocasiones, darán vida a nuevas ilusiones para nuevas ocasiones en las que sí consigan sus deseos; en algún momento quizás encuentren una entrada para el concierto o quizás, en algún momento, consigan otros títulos deportivos.

Pero como todo en la vida, hasta estos deseos y realidades son efímeros; no quiero ser ave de mal agüero pero... ¿se celebrará el concierto o se suspenderá por un terrible cataclismo mundial?, ¿se clasificará el Zaragoza para otras tardes de emociones o empezará su calvario este próximo domingo?

Por lo que a mí respecta, espero que se celebre el concierto y espero que el Zaragoza sea campeón de la próxima Liga de Campeones; por lo que a mí respecta, espero que mis aficiones se conviertan en pasiones y mis pasiones se desborden en mi vida. Por supuesto, no quiero ni apretujones, ni empujones, ni lágrimas, ni nervios, sólo quiero...

lunes, 26 de febrero de 2007

Cuando los miedos ralentizan

Últimamente, cuando duermo por la noche, me despierto de repente y sin saber porqué. Es un despertar repentino, breve y sosegado; no me despierto por pesadillas, ni siquiera me despierto por un ruido, tampoco me despierto por una digestión pesada, ni porque me dé la gana. No sé porqué me despierto y eso me asusta, me da miedo; ¡tiene narices!, no me despierto por miedo y sí que me da miedo el despertarme.

A veces, en la vida pasa igual; vas viviendo y te despiertas de repente, hay algo que hace que te despiertes y que lo veas todo diferente. Los despertares de la vida también pueden ser por pesadillas, por ruidos, por malas digestiones o por algo que no esperas; en algunos casos, como me pasa a mí estas noches, en la vida tampoco te despiertas porque te dé la gana y la mayoría de las veces, este despertar sorprendente también te da miedo. El miedo se sitúa en el cauce de lo desconocido, es la respuesta a lo que te sorprende o puede sorprenderte y no se controla. Quién no vive, en un momento o en otro de su vida, situaciones incontrolables.

Lo complicado del descontrol o el "incontrol" no es lo que pueda suceder inmediatamente, es lo que a la larga pueda suceder y eso influya en el devenir de tu propia vida. Lo inmediato es momentáneo, te "deja grogui" y te tambaleas, pero recolocas tu posición y sigues adelante; pero... ¿qué pasa cuando miras lo que puede suceder con tu vida, a la larga, y qué es lo que vas a hacer tú?. En este caso, el miedo te ralentiza, que no paraliza, te hace andar con cautela y muchas veces pierdes la capacidad de ser osado, de seguir adelante con lo que te habías propuesto.

Es cierto que, en ocasiones, encuentras alguna mano tendida que quiere y a veces, puede ayudarte. Es importante no estar esperando o utilizando siempre una mano tendida, es importante que esa mano se vaya diluyendo para que uno mismo pueda arriesgarse a seguir sólo en la vida. Pero siempre, con mano o sin mano tendida, el miedo ralentizará cada uno de tus movimientos, cada una de tus decisiones y si no estás dispuesto a arriesgar, puede que pierdas la oportunidad de volver a dormir sin despertarte.

En estos días de despertares nocturnos, en estos días de miedos, en estos días de manos tendidas, en estos días de riesgos en el camino, en estos días..., quiero seguir caminando, paso a paso, con miedo pero sin paralizarme, con lentitud pero hacia adelante, pero sobretodo... con ilusión, convencido de que merece la pena y con toda la decisión.

jueves, 22 de febrero de 2007

¿Te faltan lágrimas?

Esta pregunta me la hizo ayer una gran persona con la que he compartido grandes complicidades. Inmediatamente pensé que sobre esta pregunta escribiría hoy.

Las lágrimas no faltan, ni sobran; las lágrimas se tienen y están en lo más profundo del ser humano, incluso ahora me asalta la duda de si los animales también tienen lágrimas. Las lágrimas nacen en el silencio de nuestra sinceridad y se juntan para desbordarse cuando nuestro ser necesita o desea expresarse de la forma más íntima. Las lágrimas dibujan emociones, sentimientos, alegrías y tristezas, gozos y dolores, y a veces... hasta el clímax del placer.

Yo soy una persona que nunca ha tenido miedo de llorar y digo miedo porque a veces, algunas personas cercenan sus manifestaciones emocionales porque consideran que al hacerlo se muestran débiles o quizás, lo que es más duro, frágiles. He llorado por dolor, por alegría, por tristezas, por emociones, por...; pero también me han faltado las lágrimas en momentos que tendrían que haber surgido, me han faltado en varias e importantes ocasiones. Hace diecisiete años me faltaron lágrimas, hace once años me faltaron lágrimas, hace dos años me faltaron lágrimas, en momentos únicos me han faltado lágrimas.

Ya no podré revivir esos momentos, no brotarán esas lágrimas que no se manifestaron a tiempo, no podré comprender porqué no surgieron esas lágrimas que debieron reconocer que estaba vivo y quería vivir.

Ahora sé porqué brotan mis lágrimas en cada momento, quizás no sea tan "llorón" como antes, quizás no se desborden con tanta fuerza como antes, pero ahora sí que se desbordan silenciosamente cuando se sienten libres para pronunciarse. Mis lágrimas son mías y como algo mío las vivo, las cuido, las contemplo y luego las dejo marchar.

Hoy sí que libero esas lágrimas de hace diecisiete años, hoy si que siento esas lágrimas de hace diecisiete años; hoy, esas lágrimas de hace diecisiete años, son mezcla de la alegría que no pude expresar entonces y la amargura por no haberlas dejado surgir en ese momento.

Hoy sé que no me faltan lágrimas, hoy sé que ya no impediré que esas lágrimas desnudas desborden mis ojos, hoy sé que puede alegrarme, sufrir, gozar, emocionarme..., hoy sé que mis lágrimas me consolorán porque soy sincero.

miércoles, 21 de febrero de 2007

De marcianos y frikis

Conozco a una chica que es otra habitual en el mundo de los blogs y que en su última entrada, se considera una friki; también en su blog se define como marciana y lo más curioso, en estas dos personalidades se considera acompañada.

Todas las personas e incluso los animales "no racionales" necesitamos sentirnos acompañados, estar en una manada y da igual que sea de marcianos, frikis o activistas desorientados.

Yo también me considero un marciano, aunque me gusta más la palabra extraterrestre. No me considero de este mundo (perdón por una frase que ya tiene copyright divino) y aunque me toca vivir en él, por un momento voy a creer en la reencarnación y considerar una equivocación mi presencia hoy en este lugar.

No he llegado o bajado en una nave interestelar (vaya, y eso que no me gustan las películas de galaxias), he de confesar que me he caído de un guindo y al llegar al suelo me he dado cuenta que está muy duro y hoy, mojado.

No sé que hago hablando de extraterrestres, guindos o del duro suelo; en realidad, de lo que quería hablar es de la soledad y/o de la ausencia de manadas. Soy un hombre afortunado, tengo muchas manadas donde sentirme acogido y estas manadas, sí que son frikis y no marcianos. Los marcianos vienen de fuera y los frikis son de esta tierra aunque parecen marcianos e incluso, los imitan. Las manadas en las que a veces estoy tienen que ver con la utopía, el compromiso político, el compromiso social e incluso, la utopía deportiva (que nos lo digan a los que todavía creemos en que nuestro equipo no va a bajar a segunda). Pero últimamente algo está pasando, ya no me motivan tanto las manadas, ya no vivo tanto las manadas, en fin... que no me creo tanto eso de las manadas.

Hoy por hoy, disfruto descubriendo al individuo y su individualidad (¡madre mía! que profundidad; por cierto, mi madre se llama María Soledad -para más coña-) y ya sé que estáis esperando esta afirmación: con lo que más estoy disfrutando es con descubrirme a mí mismo (toma egocentrismo). Y ahora que me voy descubriendo, me sorprendo y disfruto sorprendiéndome; ahora que me voy conociendo, me reafirmo y disfruto reafirmándome; ahora, descubro y reafirmo que me muero por los demás, individuales o en manada. Ahora quiero seguir siendo utópico, comprometido y creyente de la vida, no como antes que lo hacía porque me quisieran y por la estima de los demás hacia mí, lo hago por quererme y por autoestimarme.

El día está gris y cubierto, quizás como mi estado de ánimo, pero desde este momento me hago activista de los días azules, claros y brillantes. Como podéis comprobar yo también puedo ser un friki, pero prefiero ser una persona que vive, disfruta, goza, sufre, piensa, quiere, se excita (políticamente, socialmente, deportivamente, sexualmente, y... con todas las mentes del mundo mundial).

Por cierto, ¿de qué quería hablar hoy?

jueves, 15 de febrero de 2007

Nudos, desnudos.


Ha pasado una semana desde que escribí por última vez y me alegra, parece que todavía estoy vivo.
Hoy, como hago muchas veces, he buscado en internet una imagen que se refiriera a un nudo. Me he sorprendido cuando me han aparecido dos tipos de nudos: el primero, los típicos nudos hechos con cuerdas y atados de diferente manera; el segundo, un montón de des-nudo-s (según parece, nudo significa desnudo, en italiano).

Bueno, aunque me guste más este segundo tipo de nudo, hoy quería hablar sobre el primero. El nudo que aprieta y sujeta con fuerza. Ya sabéis, los que habitualmente leéis mis idas de cabeza cuando me pongo a escribir, que me gusta comentar cosas que me están pasando y en estos momentos, tengo un gran nudo que me aprieta la garganta (totalmente simbólico y, por supuesto, que no se identifica con el ahorcamiento -ya hemos tenido bastante con Sadam y cía.-).

Llegado a este punto, he de decir que tengo que dedicarme otro día a escribir sobre porqué decimos en muchas ocasiones (por lo menos yo) "hoy voy a hablar" cuando en realidad estoy escribiendo.

Bueno, el nudo. El de la primera foto es muy representativo. Un nudo con muchos cabos (¡vaya con las palabras que tienen varios significados); cuando la cosa se pone fea los cabos van aumentando y si estiras de todos ellos, el nudo se va apretando con más fuerza. Me gustaría que el nudo que tengo en mi garganta tuviese un solo cabo, o dos, todo sería más fácil y algo habitual (creo que todo el mundo tiene algún nudo en su garganta); esta vez, los cabos son muchos: familia -el más importante-, amor -incomprensiblemente importante-, dinero -también importante-, frustraciones "informáticas" -importante por las implicaciones-, agobios voluntarios -algo importante y que nunca me lo quito de encima-, y... ¡vaya!, la salud ¡no!

Como a la hora de deshacer los nudos, lo complicado es saber porqué cabo comienzas a aflojar y eso no es nada fácil; si estiras y te equivocas, el nudo se cierra más. También el tema se complica si al comienzo de la cuerda, de cada cabo, hay un peso que tensa la cuerda; en este caso, la cuerda se tensa más y el nudo sigue apretándose. La solución sería cortar esas cuerdas que forman el nudo, pero también tiene su peligro: el peso que tira de la cuerda puede salir despedido y destrozarse en ese momento. No me importa que algunos de los pesos que tensan las cuerdas de mi nudo salgan disparados y desaparezcan; pero hay alguno, sobretodo uno, que no quiero que desaparezca, que no quiero que se destroce.

Unas letras siempre dicen más de lo que por sí solas significan, juntas forman palabras y las palabras, explican y dan sentido a los sentimientos. Bueno, quien lo pueda entender que lo entienda y quien no lo pueda entender, que disfrute. Hasta otra, y espero que con menos nudos o pesos que tensen las cuerdas.

jueves, 8 de febrero de 2007

"El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta"


Esta frase del gran Federico García Lorca y que he copiado del blog de una compañera, viene a resumir mi estado de ánimo esta mañana. Supongo que a estas alturas, no habrá pasado desapercibida la foto que encabeza esta reflexión. Se trata de un ordenador que está siendo utilizado como parrilla para cocinar. Ordenador, fuego, quemado..., todas estas palabras van hoy íntimamente ligadas a la frase de Lorca (en perfecta comunión dentro de mí). Esta entrada intelectual y espiritual (sin grandes pretensiones)tiene que ver con un hecho luctuoso que acaeció ayer por la tarde; perdón, no quiero equivocar a la gente, es un hecho que no apareció en los informativos. Ayer por la tarde, mi ordenador portátil "petó", quiero decir que se murió. De repente, sin síntomas, sólo con un gran pitido de despedida decidió no seguir trabajando y se "quemó" su disco duro. Yo me quedé anonadado, mi ordenador nunca se había portado así, nunca me había pitado de esa manera, ¡qué desconsiderado!; después de tanto tiempo a mi lado, me abandonó con un chillido como el que lanzan los gorrinos cuando les van a sacrificar.
No sé si llorar por la información perdida o darme cabezazos contra la pared por no tener una copia de seguridad; creo, dado que no voy a conseguir nada positivo, que voy a limitarme a giñarme en el desconsiderado ordenador por no tener en cuenta los lazos que nos han unido.
Doy gracias a Federico, gran poeta que no necesitó en su intensa vida un puñetero ordenador para crear tanta vida, por resumir con muchos años de antelación mi sentimiento actual. Mi esperanza está muerta, ya no volveré a revivir esas largas horas "metiendo mano" a las teclas de mi ordenador; ya no volveré a estresarme como cada vez que tenía que reiniciar el ordenador porque se quedaba "colgado"; ya no volveré a revivir la ansiedad del tiempo que esperaba para que se cargaran los programas, los documentos... (ni siquiera la espera que suponían los retrasos de las chicas cuando quedábamos en esas primeras citas se puede comparar).
Te odio querido ordenador portátil, me has dejado huérfano y lo único que recuerdo de ti es ese pitido, hiriente a mis oídos, que me decía: ¡ahí te quedas, mamón!

martes, 6 de febrero de 2007

Soñar o descansar


Hoy me he levantado tarde, cansado, pero no he dormido mal. No sé si necesito más horas de sueño o soñar menos, mientras duermo.
Soñar está bien y es bonito, no el tener pesadillas. Me gusta soñar, pero a veces cansa mucho. He soñado, sueño y soñaré, lo sé y es cierto que no dejo lugar a la duda. Lo más llamativo es que sigo soñando cuando la realidad me recuerda que los sueños, que no pesadillas, casi nunca se cumplen.
Sí que es cierto que a veces, mis sueños se convierten en pesadillas; también es cierto que mis sueños, casi siempre, los tengo despierto y claro, así es más difícil que se realicen. Normalmente, las pesadillas te remueven y cuando estás dormido te despiertas sobresaltado, nervioso, alterado... En cambio, los sueños que tienes cuando estás dormido los disfrutas y no te despiertas, así nunca es posible vivirlos. ¡Qué curioso!, es más fácil recordar una pesadilla, cuando te despiertas, que un bonito sueño.
En la vida hay que intentar que los sueños se hagan realidad, aunque en muchas ocasiones no les damos la oportunidad de crecer una vez que nacen. Tenemos la mala costumbre de interrumpir la realidad del sueño en cuanto vemos que comienza a realizarse; yo me pregunto ¿por qué?, creo que es porque nos da pavor que acaben frustrándose. Somos cobardes y en cuanto empezamos a disfrutar de aquello que siempre hemos soñado, lo cercenamos. Preferimos destruir que esperar a que desaparezca; preferimos sufrir con la posible pérdida que disfrutar aunque haya posibilidades de que desaparezca.
Yo vuelvo a soñar y esta vez, no dejaré que el miedo ahogue a mi sueño recién nacido.

lunes, 5 de febrero de 2007

Un buen partido


Después de unos días sin escribir, me he animado a retomar mi "blog" una vez que he superado la prueba; os preguntaréis ¿qué prueba?, pues comprobar que mi ansiedad no aumenta por no escribir diariamente, al contrario que lo que me ocurre con el teléfono móvil (mi ansiedad se desborda cuando lo dejo olvidado en algún sitio).
Un título, como el de esta entrada, puede dar lugar a diversas interpretaciones de lo que significa el término "partido" (político, económico, etc.), pero yo me refiero a una acepción... a la vida. La vida es como una liga y en esa liga juegas muchos partidos, a veces los ganas y a veces los pierdes.
En estos momentos, estoy jugando uno de los partidos más importantes de mi vida y la ubicación es en una cancha de baloncesto, con un balón y con toda la emoción y el ambiente de un buen partido de baloncesto.
El sábado acudí a un gran partido (de baloncesto, por supuesto), jugaba mi hijo y yo vivía la tensión y los nervios del encuentro. La temperatura era fría, heladora, y estábamos muy pocos presenciando el choque. Era un momento importante, los dos más fuertes se enfrentaban y en el aire helador, se notaba que no era un partido como los otros.
Comenzó el choque y mi hijo jugó diferente, más centrado, luchando más y tomando la iniciativa; yo le miraba, le seguía en cada movimiento y poco a poco, descubría que iba ganando la partida. Yo poco podía hacer desde las gradas, animarle, gritarle indicaciones y esperar que, en su juego, las cosas le salieran bien. Lo importante es que el jugaba su partido y que yo estaba ahí, a su lado.
Cuando acabó el partido, la tensión bajó y yo, orgulloso, estaba emocionado y diciendo para mis adentros: ¡es mi hijo!. A la salida felicitaciones para él, pero las recibía yo, y esto me hacía sentirme cada vez más orgulloso y cercano a él.
Ahora seguimos en otro partido, en el de la vida; a veces jugamos el uno contra el otro y a veces, la tensión también crece. Supongo que jugaremos muchas partidas y me da igual que me gane; lo que me importa es que luche por él, centrado, tomando la iniciativa y que al final, él esté orgulloso de sí mismo al final de cada partido, cuando vaya ganando la liga de la vida.
Yo sólo quiero que al final de mi liga, al final de mi vida, mi hijo me recuerde como aquella persona que siempre quiso acompañarlo en la vida, en los partidos y que cuando iba acabando cada uno de ellos, decía orgulloso: es mi hijo.
Yo mientras tanto y mientras aguante, a pesar de la dureza de los partidos, estaré animándolo y acompañándolo desde la grada de la vida. IGE, te quiero.

miércoles, 31 de enero de 2007

Estoy hecho un interrogante o ¿soy un interrogante?



Por el título de esta entrada, parece que queda claro que soy un interrogante. No sé si es cierto o no, así que casi voy a decir que estoy hecho un lío y no un interrogante.
Poco a poco los más precavidos o inmediatamente los más avispados, se habrán dado cuenta de que soy una persona que parece que quiere decir muchas cosas, pero no dice nada. Eso no es cierto, lo que pasa que todo o casi todo lo digo entre lineas.
Espero que las personas que lean estas entradas del blog no busquen saciar curiosidades o profundizar en grandes ideas; simplemente es un blog de "idas y venidas" de cabeza. Escribo lo que me sale y casi siempre, no hay por dónde cogerlo; eso sí, siempre son palabras sinceras y que para mí, dicen muchas cosas.
No espero grandes comentarios, sí me gustaría ser leído y criticado, o quizás animado a seguir diciendo vaguedades.
Por cierto, soy una persona feliz y aunque ya tengo algunos años, sigo ilusionado y a la búsqueda de la vida.
Hasta pronto, amigas y amigos invisibles.

martes, 30 de enero de 2007

Portabilidad de lo imposible



Después de un fin de semana de descanso, incluido el lunes porque ha sido fiesta en Zaragoza, he vuelto de golpe a la cruda realidad.
Mi realidad, últimamente, está marcada por la ansiedad, la frustración, el frío, los contratiempos, etc.; claro que decir que esta es mi realidad, no es justo. Esta es la parte negativa de mi realidad; así que si no os importa, voy a realizar una portabilidad interna y voy a hablar de mi realidad positiva.
Mi realidad, últimamente, está marcada por la posibilidad de estar mucho más tiempo que antes con las personas que más quiero. Claro, no me estoy refiriendo a mis compañeros y compañeras de trabajo, porque con estas personas estoy la mayor parte del día y por lo tanto, no sería lógico creer que ellas son aquellas con las que he mejorado mi posibilidad temporal de relación.
Retomemos, quizás estoy intentado no decir lo que no quiero decir y por eso mis frases se envuelven en ellas mismas, hasta no saber lo que se quiere decir.
En realidad, no quiero hablar de mi realidad, sino hablar de mi portabilidad en la vida. Después de intentar a lo largo de seis meses que te hagan la portabilidad de una linea de teléfono y resultar imposible, no sé si en mi vida va a ser más fácil conseguir mi portabilidad.
En fin, perdonadme; hoy no voy a decir nada más, tengo que pensar en esto de la portabilidad y decidir si quiero contaros algo sobre mí y mi portabilidad. Sólo sé una cosa, últimamente soy muy portable.
Besos portables para todos.

viernes, 26 de enero de 2007

Hace un frío helador


Nos lo venían avisando y aquí está, ha llegado el frío helador. Mi cuerpo está frío, muy frío; mis manos, mis pies, mis orejas y mi corazón, mi corazón también. El frío de mi corazón no viene del clima, ¿o quizás sí?. Desde luego no viene del clima "metereológico", viene del clima personal, del clima social, del clima político, del clima humano.
A nivel personal, últimamente he vivido situaciones con los amigos, con la pareja, con la familia, que han helado mi corazón.
A nivel social, seguimos viendo largas colas de inmigrantes para conseguir un papel, vemos cómo se convive con la vilencia de género, vemos (los que bajamos a nivel de calle) a las personas excluídas sin esperanzas, vemos cómo el desánimo y sobre todo, la pérdida de la utopía alargan su sombra entre las personas que en otro tiempo aún creían en la lucha.
A nivel político, he dicho... ¿político?. Vamos a ver, vamos a dejarnos de que todo es política, que lo es, y que pasamos de la política, porque no es cierto; el ambiente político está crispado en el Estado español, más bien nos tienen crispados los políticos que representan a los grandes partidos del Estado español. Parece que cada semana, quincena o mes, se levantan preguntándose ¿hoy, qué toca?. Una temporada de corrupción urbanística, una larga temporada de terrorismo, otra temporada de... Como que ya vale; a la gente de la calle nos preocupa la salud, la educación, el acceso a la vivienda, la protección del medio ambiente... No voy a descender a la realidad de Aragón porque aunque suene mal, el futuro de mi poco poblado país les interesa poco a casi todos.
El clima humano, que es la suma de muchos climas, está helado y lo que es peor, cada vez hay menos personas que están dispuestas a acercarse o arrimarse al que tiene alrededor para darnos calor mútuamente.
Por favor, perdonad mi frío existencial, pero necesito una estufa y a ser posible, humana.

jueves, 25 de enero de 2007

El comienzo del recrear


Hoy me acaban de entregar la nómina de mes de enero, no sería nada destacable si no fuera por la ansiedad que me ha creado el comprobar cuánto ha subido lo que voy a cobrar en este nuevo año.
Creo que me conviene no entrar en este estado de ansiedad; al fin y al cabo soy un privilegiado, no puedo quejarme si tengo un trabajo que me gusta y además, cobro más de lo que la media "no oficial" cobra. Conviene aclarar lo me la media "no oficial" ya que según las estadísticas oficiales manejadas, y nunca mejor dicho, yo cobraría menos que el promedio zaragozano, aragonés, español, europeo, mundial (del norte).
Otro tema sería si habláramos de la igualdad de salario a igual puesto de trabajo; tema tan cacareado y aireado por los mundillos progres que me rodean. En mi círculo esto no se cumple y la verdad, me fastidia mucho. Me siento perjudicado, no solo porque cobro menos a igual puesto, si no porque mis "colegas" son de los que cacarean de tan sublime igualdad. Perjudicado pues, en lo económico y en lo moral.
En lo económico, el perjuicio es presente y futuro; en la actualidad cobro menos que mis iguales y en el futuro, mi cotización a la Seguridad Social me augura un colchón económico algo más incómodo que el de ellos.
Y yo me pregunto, ¿para qué narices me dan una nómina que en lugar de animarme me cabrea? ¿Por qué me quejo si soy un privilegiado entre los mortales? ¿Mis camaradas son iguales? ¿Acaso son mortales?
Voy a seguir cobrando, quiero decir trabajando, porque tengo que seguir pagando la casa, el coche y la medicación ansiolítica que tan poco éxito tiene cuando de hablar de dinero se trata.
Perdonad esta divagación, pero me siento afortunado en mi miseria.