lunes, 5 de febrero de 2007

Un buen partido


Después de unos días sin escribir, me he animado a retomar mi "blog" una vez que he superado la prueba; os preguntaréis ¿qué prueba?, pues comprobar que mi ansiedad no aumenta por no escribir diariamente, al contrario que lo que me ocurre con el teléfono móvil (mi ansiedad se desborda cuando lo dejo olvidado en algún sitio).
Un título, como el de esta entrada, puede dar lugar a diversas interpretaciones de lo que significa el término "partido" (político, económico, etc.), pero yo me refiero a una acepción... a la vida. La vida es como una liga y en esa liga juegas muchos partidos, a veces los ganas y a veces los pierdes.
En estos momentos, estoy jugando uno de los partidos más importantes de mi vida y la ubicación es en una cancha de baloncesto, con un balón y con toda la emoción y el ambiente de un buen partido de baloncesto.
El sábado acudí a un gran partido (de baloncesto, por supuesto), jugaba mi hijo y yo vivía la tensión y los nervios del encuentro. La temperatura era fría, heladora, y estábamos muy pocos presenciando el choque. Era un momento importante, los dos más fuertes se enfrentaban y en el aire helador, se notaba que no era un partido como los otros.
Comenzó el choque y mi hijo jugó diferente, más centrado, luchando más y tomando la iniciativa; yo le miraba, le seguía en cada movimiento y poco a poco, descubría que iba ganando la partida. Yo poco podía hacer desde las gradas, animarle, gritarle indicaciones y esperar que, en su juego, las cosas le salieran bien. Lo importante es que el jugaba su partido y que yo estaba ahí, a su lado.
Cuando acabó el partido, la tensión bajó y yo, orgulloso, estaba emocionado y diciendo para mis adentros: ¡es mi hijo!. A la salida felicitaciones para él, pero las recibía yo, y esto me hacía sentirme cada vez más orgulloso y cercano a él.
Ahora seguimos en otro partido, en el de la vida; a veces jugamos el uno contra el otro y a veces, la tensión también crece. Supongo que jugaremos muchas partidas y me da igual que me gane; lo que me importa es que luche por él, centrado, tomando la iniciativa y que al final, él esté orgulloso de sí mismo al final de cada partido, cuando vaya ganando la liga de la vida.
Yo sólo quiero que al final de mi liga, al final de mi vida, mi hijo me recuerde como aquella persona que siempre quiso acompañarlo en la vida, en los partidos y que cuando iba acabando cada uno de ellos, decía orgulloso: es mi hijo.
Yo mientras tanto y mientras aguante, a pesar de la dureza de los partidos, estaré animándolo y acompañándolo desde la grada de la vida. IGE, te quiero.

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