jueves, 12 de abril de 2007

De Semana Santa y otras penitencias

Han pasado ya algunos días desde que volqué mis últimas "neuras" en esta página. En estos días han pasado muchas cosas y de paso (nunca mejor dicho), pasos con capirotes, tambores y bombos. La Semana Santa vino y se fue, con nubes, agua y muy poco sol; no es un trauma pasar unas vacaciones así, pasadas por agua, ya que tiene ciertas ventajas (para algunos) y muchas desventajas (para la mayoría). Yo me encuentro entre la minoría que disfrutó de las desventajas de una Semana Santa pasada por agua (entonces, ¿pertenezco a la mayoría o a la minoría?); yo no iba a ir a la playa, ni a la montaña, y mi objetivo era pasar unos días tranquilos y conseguir ver el río Ebro desbordándose e inundando todo (huertos, garajes, instalaciones y... la Expo).

Declarando mi mayor respeto por aquellas personas que querían vivir esta Semana en penitencia y devoción (en otros tiempos yo lo hice), alguna de las ventajas que sufrimos los no penitentes fue el no tener que ir esquivando continuamente las largas hileras de capirotes, pasos y "manolas" (la lluvia anuló muchas procesiones), que semejando un laberinto te van cortando el paso, siempre casualmente, de aquellos lugares por los que quieres cruzar. Un fenómeno añadido es el de las multitudes enfervorizadas que, cuales "hooligans" futboleros, se emocionan de tal manera que forman barreras infranqueables acompañando o simplemente observando como pasan sus figuras idolatradas.

Hay dos imágenes de esta Semana Santa que han quedado grabadas en mis retinas (por cierto, ¿se dice mi retina o mis retinas?; quizás, como dice una compañera, igual la frase la acuñó un tuerto). La primera de las imágenes, ese laberinto que comento de las procesiones piadosas; la segunda, un pato flotando en medio de una gran riada.

Voy a revivir la primera imagen. ¿Os acordáis de aquel juego del "comecocos"?, podéis recordarlo con la primera foto que he puesto en esta entrada. Esa era mi impresión el día que salí a pasear por primera vez, después de que parara la lluvia que nos acompañó alternativamente. Yo metido en un juego de "comecocos"; bajaba por una calle y me encontraba una procesión, seguía y giraba por otra... y allí estaban, capirotes y pasos desfilando (con sus hooligans, cada uno de su equipo o en este caso, de su paso). En ese momento me hubiera gustado pasar por ese punto que en el juego, tras huir de los encapuchados que te querían comer, te daba el poder para pasar a ser tú el que te comías a los encapuchados. Así me hubiera abierto paso para continuar mi paseo tranquilo hacia la orilla del río.

La segunda imagen de la que os quiero hablar, refiriéndome a mi vivencia de la Semana Santa, es la del pato flotante o flotando (no el de la foto, mi pato estaba más "apurado"). El Ebro estaba crecido y algunos patos, que habitualmente campan por sus dominios en la ribera del río, nadaban contra corriente o intentaban ponerse a buen recaudo en algunos árboles que sobresalían de las aguas. Pero ahí estaba el pato "patoso", siempre hay alguno, en medio de la corriente, sobre una rama que había sido arrancada, arrastrado por la fuerza del agua. No sé qué pasó con el pato, ni con la rama; me imagino que llegaría a tocar la orilla en algún sitio, aunque no cerca de donde yo estaba (la adecuación de riberas para que estén bonitas no dejan mucho espacio a las orillas y sí a los muros de piedra o cemento)

Estas dos imágenes resumen mi actividad en esta Semana Santa, aunque he de reconocer que he vivido emociones y sentimientos que sin ser muy "piadosos" ni "espirituales", me han hecho vibrar en el mejor de los sentidos y en el peor. Disfrutar de la compañía de las personas que quiero y hacerlo con tranquilidad, ha sido de lo mejor que me ha pasado; sufrir, cabrearme y desmoralizarme como hooligan que yo también puedo ser, ha sido lo peor, incluso más que evitar a los "comecocos".

Pero así son las cosas, la Semana Santa llega y se va, las lluvias llegan y se van, los días llegan y también se van, pero los capirotes volverán, los patos sobrevivirán, las personas que quiero me recordarán y mientras yo aguante, a las penitencias que me toca padecer yo les digo que

3 comentarios:

Olobo Krunha dijo...

Bueno, de todo hay en la viña del Señor, nunca mejor dicho. Pero "elemento subversivo", ¿no crees que los toques de tambor también permiten otro tipo de actividades?
Fijate en los diversos toques y comprobaras ritmos que te permiten bailar cual massai, o hacer swing con otras, etc.
Como puedes observar, la semana santa en Zaragoza es diferente y diversa (¡qué no multicultural!, pero todo se andará ¿o no?)
Y en cuanto a lo otro ¿no sabes que en Abril aguas mil?. Pero no se lo digas muy alto en otras tierras, que luego ocurre lo que ocurre y pasa lo que pasa.
En definitiva no hay como pasear, aunque sea bajo la lluvia, y mantener el tipo en todo tiempo y lugar...
Asi que a seguir

Olobo Krunha dijo...

Me ha encantado volver a verte en estos pagos. Y quiero comentar contigo alguna de las cosas que nos muestras, aunque discrepando contigo.
Te has parado a pensar que la semana santa de zaragoza también se puede ver de otra manera. Fijate que con los toques de los cofrades puedes salta cual massai, el ritmo que llevan te cala dentro como el de un cavernicola (perdoname por señalar), o puedes menearte al ritmo del swing (alguna cofradia lo lleva, creo que los chic@s de la Humillación), y otras... Una forma distinta, diferente, qué no multicultural (todavía).
Y en cuanto a la crecida del Ebro, del padre Ebro, dejame recordarte que en Abril, aguas mil. Pero no hables muy alto que luego se enteran en otros pagos y ocurre lo que ocurre y pasa lo que pasa.

Anónimo dijo...

entre coco y coco un comentario de sostenibilidad disfrazado entre unos parentesis.

la semana santa me parece cada año mas primitiva q la fiesta de los toros. Q nos identifica es seguro, q nos defina me cabrea. Lo mejor de la semana santa es pecar, comer, beber y repecar.