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Tengo claro que, las personas que me conocen, ya se estarán imaginando las razones por las que estoy viviendo un momento especial. ¡Estará enamorado!, dirán unos; ¡estará metido en algún proyecto nuevo!, dirán otros; ¡y a mí que narices me importa!, dirán los más inteligentes. También tengo claro que, las personas que me quieren y desean lo mejor para mí, estarán convencidas que los momentos que esté viviendo lo estaré haciendo con toda sinceridad y con toda la entrega, ¡porque siempre lo hace así!, dirán.
Pero la verdad, no se si debo dedicar mucho más tiempo a pensar lo que otros piensan sobre lo que yo pienso... o siento (como podéis ver, hoy estoy muy ingenioso... como casi siempre). Os voy a confesar que no quiero dedicarme hoy a pensar, ni a sentir (porque a eso uno no se puede dedicar, simplemente siente), me voy a dedicar a desear.
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Ya sé que no hace falta ser muy inteligente, ni listo, para decir que lo que hoy escribo parece que no dice nada, una vez más, pero el que tenga un deseo que focalice en él toda su fuerza y sabrá lo que hoy quiero decir.
Esta mañana, después de una conversación sobre emociones, frustraciones, deseos y sexo, quiero acabar dejando un regalo para todas aquellas personas que sienten, aman, desean, buscan y en especial, para aquella persona que concentra todo lo que yo deseo, y el que quiera elucubrar... que elucubre.
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